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Arma genetica

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La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de EE.UU,  ha invertido 100 millones de dólares para desarrollar tecnologías de extinción genética (armas de exterminio) que podrían eliminar mosquitos que transmiten la malaria, roedores invasores u otras especies, informa el periódico The Guardian.

El hecho de que el Pentágono esté involucrado en esta investigación genética es motivo de preocupación entre los expertos de la ONU, que opinan que la tecnología de alterar los genes otorgaría a los militares norteamericanos la posibilidad de crear armas genéticas.

Algunos expertos de la ONU se preocupan por las consecuencias accidentales, como  hacer algo irreversible para el medio ambiente, antes de apreciar por completo el modo en que funciona dicha tecnología.

Thomas sostiene que «la naturaleza de doble uso de (la posibilidad de) alterar y erradicar poblaciones enteras es tanto una amenaza para la paz y la seguridad alimentaria, como una amenaza para los ecosistemas».

Biocontrol genético

Por su parte, Todd Kuiken, quien ha trabajado con el programa de biocontrol genético de roedores invasores (GBIRd, por sus siglas en inglés) y que recibe 6,4 millones de dólares provenientes de la DARPA.

Ha afirmado que el enfoque de los militares norteamericanos en la financiación de la tecnología genética significa que «los investigadores que dependen de subvenciones para su investigación podrían reorientar sus proyectos para ajustarse a los objetivos de estas agencias militares«.

Ha detallado que entre los años 2008 y 2014 el Gobierno de Estados Unidos gastó cerca de 820 millones de dólares en biología sintética, y que desde el 2012 la mayor parte de la financiación proviene de la DARPA y otras agencias militares.

Darpa

La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de Estados Unidos (DARPA) ha estado experimentando con la tecnología de chips cerebrales que podría ayudar a tratar todo, desde un orden depresivo mayor hasta calambres en las manos.

Los chips cerebrales no son solo un proyecto teórico: hoy se usan activamente. Una mujer en Massachusetts recibió dos implantes de electrodos en el cerebro como parte de la investigación, y el sistema podría recibir un ensayo clínico aprobado por la FDA dentro de los próximos 3 años.

Esa mujer, Liss Murphy, recibió dos electrodos de 42 cm de largo implantados en las profundidades de la sustancia blanca de su cerebro.

Liss, durante años, había sufrido una depresión severa que no respondía a los tratamientos convencionales. Ella había intentado rondas de Effexor, Risperdal, Klonopin, Lithium, Cymbalta, Abilify, e incluso terapia de electroshock. Ninguno ayudó.

Luego, los médicos ofrecieron una nueva opción llamada estimulación cerebral profunda .

Cirugia de estimulación cerebral

La cirugía de Liss se realizó el 6 de junio de 2006 por doctores en el Hospital General de Massachusetts.

Los médicos perforaron dos agujeros en el cráneo de Liss, luego implantaron dos electrodos en una densa red de fibras cerebrales «dentro de la cápsula interna de su cerebro», explicó un artículo escrito por Gizmodo.

Los axones en esta parte del cerebro llevan señales a muchos de los circuitos del cerebro que se han relacionado con la depresión .

Los médicos conectaron los electrodos a dos cables que iban detrás de las orejas de Liss y debajo de la piel hasta la clavícula. Allí, los doctores colocaron dos paquetes de baterías un poco más grandes que una caja de fósforos. Cuando los paquetes de baterías estaban encendidos, los médicos esperaban que las señales eléctricas ayudaran a volver a conectar circuitos en el cerebro de Liss que estaban causando que se sintiera deprimida.

Liss se convirtió en una de las primeras personas en el mundo que fue tratada con éxito por una enfermedad psiquiátrica mediante la estimulación cerebral profunda.

Antes de la cirugía, Liss afirmó que su mayor esperanza era morir: «Mi mayor esperanza el día de la cirugía era que moriría en la mesa».

Después de la cirugía, ella afirma ser capaz de llevar una vida normal.

 

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Written by HomoSapiens

Florencio Chitay

Suicidios racionales