Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida, lo pensamos tanto, ahora, ahora, tomamos impulso y… vacilamos, después volvemos al principio, pensamos y pensamos, nos movemos en los carriles del tiempo con un movimiento circular, como los remolinos que atraviesan los campos levantando polvo, hojas secas e insignificancias porque a más no llegan sus fuerzas. Otras veces es una palabra, en ese momento lo único que haría falta .
Se suele decir que la gente nunca cambia. En parte es verdad, pero es debido a que la gente no sabe como cambiar, y por lo tanto se equivoca. Algunas personas consiguen cambiar ciertos aspectos de su vida, pero eso no quiere decir que la persona haya cambiado.
Demostración
Supongamos que a una persona con un gran corazón le pasan cosas malas en la vida, y este se enfada con ella y empieza a comportarse mal. Esta persona no ha cambiado, sigue teniendo un gran corazón pero no lo demuestra.
Algunos dirán que ha cambiado a peor pero en el fondo esta persona sigue siendo buena, y solo hace falta que la vida lo equilibre de nuevo y su corazón salga a flote otra vez.
«La vida, incluso la más prolongada, incluso la de un viejísimo Matusalén de barbas fluviales, siempre dejará tras de sí sombras calladas, resto sin combustibles, islas desconocidas. Ni sesenta años más, ni unos impensables seiscientos años, serán bastantes para desbravar las islas, quemar los restos y obligar a hablar a las sombras. Vamos poniendo letras tras letras, a la espera de que el infinito se deje tocar algún día.”