Comenzando con Las Enseñanzas de Don Juan en 1968, Castaneda escribió una serie de libros que describen su formación en chamanismo, particularmente con un grupo cuyo linaje descendía de los toltecas.
Los libros, narrados en primera persona, relatan sus experiencias bajo la tutela de un hombre que Castaneda afirmó que era un «Hombre de Conocimiento» un indio yaqui llamado don Juan Matus.
Sus 12 libros han vendido más de 28 millones de copias en 17 idiomas. Se ha encontrado que son ficción, pero los partidarios afirman que los libros son verdaderas o al menos valiosas obras de filosofía.
Castaneda se retiró de la vista pública en 1973, viviendo en Westwood, California, desde 1973 hasta su muerte en 1998, con tres colegas a los que llamó «Compañeros Viajeros de Conciencia». Fundó Cleargreen, una organización que promueve la «Tensegridad», que Castaneda describió como la versión moderna de los «pases mágicos» de los chamanes del antiguo México.
Los académicos han debatido «si Castaneda realmente sirvió como aprendiz del presunto hechicero yaqui don Juan Matus o si inventó toda la odisea». Los libros de Castaneda se clasifican como no ficticios, aunque han sido criticados como ficticios. En dos libros, Castaneda’s Journey: The Power and the Allegory (Capra Press, 1976) y The Don Juan Papers (Ross-Erickson, 1981), el autor y crítico de Castaneda Richard de Mille insinuó que Don Juan era imaginario, aunque de Las críticas de Mille también han sido cuestionadas. Walter Shelburne sostiene que «la crónica de Don Juan no puede ser un relato literalmente verdadero».
Yo les diria a estos ilustres criticos que cuestionan lo que no saben, han tomado ustedes peyote, han tomado ustedes estramonio? porque la realidad supera a la ficción, se lo aseguro. Don Carlos describe una parte de lo que se puede describir en un libro y aunque su estilo literario es entretenido y didactico es un palido reflejo de esa realidad aparte, pero eso no es culpa suya, es que un libro nunca puede dar mas, que lo que la imaginacion del lector construya.
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ENTREVISTA A CARLOS CASTANEDA. Agosto97
Hablamos sobre cuervos. Yo quería saber específicamente cómo puede uno decir cuando un cuervo no es realmente un cuervo.
«Debes observar su energía», dijo Castaneda. «Un cuervo que es un hechicero tiene un brillo ambarino». No me dijo de qué color es un cuervo normal. Pero entonces, de todos modos esto no tiene importancia hasta que yo no vea pura energía.
Castaneda lo hace, dice que está en ello desde hace muchos años. Empezó viendo a la gente como formas energéticas, o «huevos luminosos», en la cafetería de UCLA cuando estaba trabajando en su doctorado en antropología unos treinta años atrás.
Así es cómo empezó mi almuerzo con CC. Fue un jueves, a las 2 PM . Nos citamos en un restaurante cubano cerca de West Hollywood. Yo no supe hasta el último momento dónde me encontraría con Castaneda. Su «staff» dijo que así es cómo Castaneda hace estas cosas. Lee la energía para determinar el lugar de sus citas y muchas otras cuestiones.
«Todo lo que hacemos es una interpretación de la energía», dijo Castaneda. Durante el largo tiempo en que temí que habría de encontrar a Castaneda en Los Angeles sin direcciones como una prueba para mi intento inflexible y para mi valor , el hablar con el enigmático autor, legendario objeto de culto y autor de nueve best-sellers incluido su clásico «Las enseñanzas de don Juan: una forma Yaqui de conocimiento».
Y aquí estamos, tan sólo dos huevos luminosos almorzando. En mi mejor español pedí «moros y cristianos» (lo que los cubanos llaman al arroz blanco con judías negras) y «tostones» (plátanos fritos). Él miró su carta y en perfecto inglés pidió: «El número 12». Filete con patatas. Me sentí muy estúpido.
La entrevista trató acerca del Taller de Tensigridad de Castaneda, que viene a Phoenix el próximo fin de semana. Su gente me dijo que yo debía volar hasta L.A. porque Castaneda no da entrevistas telefónicas. De hecho él raramente da entrevistas. Décadas enteras han pasado sin un vislumbre de Castaneda. Desde entonces, de vez en cuando salía a la superficie. Una conferencia aquí. Otra allí. Sólo para desaparecer otra vez.
Habiendo leído sus nueve libros (varias veces) y compartiendo un común interés en la antropología cultural, en la metafísica y, especialmente, en el misticismo yaqui, mi punto de encaje – un término de Castaneda para definir un centro de percepción – estaba ansioso por aprovechar esta rara ocasión.
Sin embargo, me dijeron que había algunas reglas de fuego, incluyendo nada de fotos y nada de grabar su voz. Me fue permitido usar un ordenador portátil, pero opté por escuchar solamente y «recordar» (aunque tomé algunas notas ciégamente debajo de la mesa en un bloc de notas de reportero).
En retrospectiva, y en la tradición de la sincronicidad chamanística, supongo que ese almuerzo no fue en realidad un mero accidente. Tan sólo dos semanas antes de la entrevista le mencioné a alguien que me sorprendía el que en mi camino aún no se había cruzado Castaneda.
Y mira por dónde ahí estaba ese cuervo.
Algunos días antes de enterarme de la entrevista, me despertó a las seis de la mañana el estruendoso graznido del cuervo más grande que yo haya visto nunca. Estaba parado en la parte más alta del tronco de un árbol de yuca en el exterior de mi partio trasero. El cuervo gritó tan fuerte que el eco reverberó en las montañas cercanas, creando un efecto similar al de un trueno. Me aproximé al pájaro pero éste no tenía miedo. Me miró una vez y entonces focalizó toda su atención atrás llenando el aire con sus vocalizaciones. Perdí de vista al pájaro sólo un momento para ver cómo reaccionaba mi gato. Cuando miré otra vez, el cuervo había desaparecido.
Castaneda se interesó por mi historia del cuervo, pero no me ofreció ninguna explicación. Cuervos y cornejas, como todo aquel que cambia de forma sabe, son formas de viajar populares en las Américas.
Se sabe relativamente poco acerca de Castaneda. Quitar énfasis al yo y borrar la historia personal es el modo en que la línea de videntes de Castaneda ha conseguido convertirse en guerreros del verdadero conocimiento. Es por eso que las fotos y grabaciones están prohibidas.
«No hay nada para Carlos Castaneda», dijo. «La personalidad es una pretensión.¿Fama? ¿Éxito? ¿Quién ha dicho
esa palabrota? Si no estuviéramos tan involucrados en nosotros mismos, no nos haríamos tantas barbaridades a nosotros mismos».
Con todo, existen algunas grabaciones, y Castaneda mismo deja caer algún dato personal entonces y ahora. Aparentemente Castaneda nació hace unos 70 años en Perú y fue criado por un abuelo hedonista. Pero ha pasado la mayor parte de su vida en Los Angeles. Se graduó en el Instituto Hollywood y recibió su licenciatura en Antropología por UCLA. Durante un breve tiempo, enseñó antropología cultural en la Universidad de California-Irvine.
Castaneda no destaca en una multitud. De hecho, probablemente nunca lo verías en una multitud. Es diminuto, no mucho más alto de 5 pies, y debe pesar menos de 90 libras. Su espeso cabello es en su mayoría gris y peinado hacia atrás. Le gusta bromear acerca de cómo la gente le suele describir: parecido a un jardinero o chófer o a un camarero mejicano. El escritor angelino Bruce Wagner le preguntó una vez cómo debería describir su apariencia. Castaneda le sugirió como modelo a Lee Marvin.
Sentado delante de mí, vestido de color ámbar, con una camisa de manga corta y pantalones kaki, el pelo con espuma, me recuerda a un iconoclasta profesor retirado, el profesor de «no hacer», tomando el almuerzo. Excepto porque este profesor tiene el ojo del brujo, el izquierdo, que se agarra a tu conciencia con inconcebible fuerza.
Pero todas las descripciones son decepcionantes y frágiles. Castaneda no tiene un solo «look». Tiene varios. Su apariencia cambia con su humor, que varía fácilmente. Como sus maestros don Juan y don Genaro, se ríe, maldice, produce voces de ultratumba y sonidos extraños con sus labios. De repente se vuelve fiero tanto como convincente y elocuentemente expresa sus pensamientos sobre la naturaleza de las cosas.
Castaneda es complejo, yo esperaba esto. A ratos habla en un lenguaje diferente. Esperaba esto también. Es imposible para la mayoría de nosotros, huevos luminosos, entender todas las ideas. Don Juan decía que no entendemos nada de nada, y que el verdadero conocimiento no es llevado a cabo por nuestro intelecto.
No esperaba el inmenso humor de Castaneda. «Debemos reírnos para equilibrarnos», decía.
Me contó historias que no pueden ser repetidas en esta publicación. Creo que se basaba en acontecimientos comunes. Estaba especialmente interesado en la historia del especialista en fertilidad de Virginia, un tal Cecil Jacobson, que está ahora en prisión por usar su propio semen para impregnar a más de 70 de sus pacientes.
No discutimos acerca del peyote o Mescalito o sobre el humito, pero me mostró sobre una servilleta cómo cortar la punta de un cactus de barril y recoger su jugo. «Has de beber sólo un poquito para rejuvenecerte», dijo Castaneda, he hizo sonar sus labios con aprobación.
Arizona es particularmente importante en la saga de Castaneda. Conoció a Don Juan en Nogales, Arizona, y pasó mucho tiempo en dicho estado durante su aprendizaje e incluso después. Los ojos de Castaneda se vuelven brillantes cuando recuerda los años de Arizona.
«Arizona es un lugar mágico», dijo Castaneda. «El desierto de Sonora tiene una específica confluencia». Dijo que no podía volver a Arizona porque le trae demasiados recuerdos fuertes y dolorosos.
«Un guerrero sabe que todo lo que ve no lo volverá a ver más», dijo Castaneda. «Realmente lloraría. Y necesito toda mi fuerza».
«Todos estamos solos».
A Castaneda no le gustó su bistec. Dijo que olía como excremento. Lo despachó, y soltó otro de sus pensamientos: «El Universo no es predecible, no importa lo que los científicos te digan», dijo Castaneda.
Este es un tema sobre el que insiste, y es que estamos verdaderamente solos.
«Dios no te quiere, créeme».
El problema, insiste Castaneda, es que estamos tan atrapados en nuestros propios egos, que nunca vemos el cuadro de la existencia. No somos individuos rodeados por otros individuos o casas o centros comerciales.
«Somos individuos rodeados por el infinito».
Castaneda no precisa en qué va a pasar el día, pero todavía escribe.
«No pienso que pueda escribir nada más», dice Castaneda. «El Universo es predatorial. Esto produce profundas oleadas de tristeza que hacen mella en mí. Esta tristeza ontológica, tú ves como llega, entonces la sientes sobre tí».
Incluso el camino con corazón no es un paseo.
Castaneda no puede permanecer con nosotros mucho tiempo más. Él ya se lo ha dicho a su «staff» . «Pero él no morirá una muerte física», dijo la instructora de Tensegridad o «rastreadora de energía» Kilye Lundahl. «Él desaparecerá del modo en que lo hizo Don Juan. Él sabe que no falta mucho tiempo antes de que esto ocurra».
La meta de la línea de videntes mexicanos de Don Juan fue completar lo que ellos llamaban el «vuelo abstracto», «desaparecer con la totalidad de su ser» en el infinito, desaparecer con las botas puestas, según ellos dicen. Se supone que el maestro de Don Juan y su partida hicieron esto en 1973.
Pero Castaneda puede tener un problema en este aspecto. Uno tiene la sensación al leer sus últimos libros y por la conversación personal de que algo anda mal, y que Lee Marvin tiene miedo.
Antes de dejar este mundo, don Juan Matus le dejó claro a Castaneda y a sus otros aprendices que su línea de videntes mexicanos de la antigüedad se acabaría con Castaneda, el último «nagual». Algo en la configuración energética de los videntes antes referidos no era propicio para continuar el linaje. Así que, en esencia, Castaneda y su partida fueron dejados con la tarea de «cerrar» la línea.
¿Es posible que Castaneda, como E.T., haya quedado varado en este mundo?,¿Hay algo que Don Juan descuidó decirle sobre guardar suficiente poder personal para el vuelo abstracto?
Durante nuestro almuerzo, que duró casi tres horas, no pude sino desengancharme ocasionalmente de su ojo izquierdo y preguntarme qué veía irradiar de mi cuerpo energético – sin duda asqueroso y rosa proveniente de cargar con colas «light» y chicles sin azúcar.
También me pregunté si sabría más acerca del cuervo que reconoció. Nos dijimos adiós en el solar de aparcamiento del restaurante. Dijo que yo le había gustado y que había disfrutado nuestra conversación. Dije: «Somos monos extraños» (en español en el original).
Sonrió pero no contestó. No hacía falta.
Por un momento el universo predatorial de Castaneda me enganchó con una de sus olas de tristeza mientras recordó lo que él había dicho acerca de que un guerrero sabía que todo lo que ve no lo volverá a ver.
Di unos pasos hacia mi coche alquilado, preguntándome si Castaneda conseguiría realmente esta conexión con su vuelo abstracto. Espero sinceramente que así sea.
Cuando miré atrás, Castaneda, como el cuervo, se había esfumado.
Don Juan señala que un hombre de conocimiento es «alguien que ha seguido de verdad las penurias de aprender. Un hombre que sin apuro, sin vacilación, ha ido lo más lejos que puede en desenredar los secretos del poder y el conocimiento». Los cuatro enemigos naturales que un hombre debe vencer para convertirse en un hombre de conocimiento son:
- El miedo
- La claridad
- El poder
- La vejez
Don Juan le confiesa a Castaneda que la hierba del diablo no es para él, Castaneda le pregunta que como pudo llegar a esa conclusión y Don Juan le responde que las veces que intento usar la hierba del diablo casi le cuesta la vida, que el pudo haber evitado ese dolor si no se hubiese aferrado. Castaneda le pregunta cuál es la manera para evitar el dolor y Don Juan le contestó que no es algo que requiere de una fórmula ni de ningún procedimiento:
– «Es una manera de agarrarse a las cosas (…)La yerba del diablo es sólo un camino entre cantidades de caminos. Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta que sólo se hace un hombre muy viejo. Mi benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera, Ahora sí la entiendo. Te diré cuál es: ¿tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor, ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita».