Uno llega a convertirse en un cómplice de lo que está ocurriendo, aunque sea una cómplicidad inactiva.
Nos convertimos en consumidores compulsivos, estamos siendo bombardeados todo el tiempo por la información, y nos olvidamos que somos seres racionales, y que tenemos lo que nos distingue de las demás especies del planeta: el pensar.
Vivimos rodeados de mentiras, y ésta es un arma política de muy alta precisión. La manipulación se ha hecho un tópico en nuestra vida. Está en todas partes.
Y todo el mundo la usamos. Nos manipulan con la publicidad, con los medios de comunicación, con los sentimientos…
Vivimos rodeados de mentiras, pero a pesar de percibir la mentira como una cualidad negativa la perpetuamos y nos escondemos detrás de ella. Los políticos nos engañan, la televisión nos engaña y nosotros mismos nos engañamos. ¿Es el “fake” la nueva realidad? ¿Qué nos lleva a mentirnos a nosotros y a los demás a pesar de todo?
✓ En este mundo de mentiras e hipocresía, decir la verdad requiere valentía, porque lo pueden considerar un atrevimiento, un desafío o sino ¡como una locura!
✓ Vivimos rodeados de cosas caras, personas baratas, valores en rebaja y sentimientos en liquidación.
✓ Muchos viven preocupados por si hay vida después de la muerte. ¿Por qué no preocuparse si hemos vivido antes de morir?
✓ Muchos hablan de dejarles un mejor planeta a nuestros hijos. ¿Por qué no intentar dejarles mejores hijos al planeta?
✓ Vivimos en una sociedad donde la pizza llega antes que una ambulancia, donde cuesta más un libro que una botella de Whisky, donde hay más bares que parques, donde el dinero es el Rey y donde la palabra «lo siento», desapareció