Por fin, entiendo por qué las personas nos refugiamos en la idiotez, estado muy generalizado, pensando que cualquier cosa es mejor antes que dejarnos caer en el vacío donde no queda ni el amor, ni el odio, ni el resentimiento, solo la nada y en la nada no hay caminos.
Cuando llegas a ese páramo de silencio aparece dios y si no existe se crea así mismo como el big bang, como te envidio ya eres ceniza me ganaste en la última carrera, yo me quede un paso atrás y me falto el empuje hacia la victoria que tú disfrutas y a mí me dejaste escribiendo epitafios.
Ahora también entiendo el porqué del dolor, es mejor que la soledad de estar sin él, cuando quitas toda la basura y ya vendiste los muebles la casa deja de servir, solo es un espacio que no reconforta, cuando hasta te quedas sin la idiotez y ni el frío ni el calor importan, es el momento más real de toda tu existencia solo tú y el tiempo que es el único que al final se lo devorara todo, incluso a dios si lo hubiera.
El espacio crea leyes, el vacío las anula y al no regir nada, se ve que lo único que mantenía la sensación del ser, era una especie de elegancia de subsistir, marcando la diferencia de seguir respirando por la fe de que todo va a cambiar en el próximo momento, como una melodía desacompasada que anula el instinto.
Ahora también entiendo mejor la sensación de la cebra, es una sensación extraña de paz y temor a la vez, no necesita matar a nadie para vivir, pero siempre le acecha el miedo de ser devorada. Es un invento fallido, sin conclusión, realmente no se puede hacer mejor sin caer en el nepotismo de que todo estuviera delineado, la libertad es la única virtud de dios, de esa entelequia que solo se puede asumir con la fe …
Fe que si estuviera desprovista de dogmas, si fuera cuando menos instintiva y no adquirida, en ella y desde ella no habríamos perdido el mapa de la ruta del edén, ahora vivimos desterrados de nuestro propio paraíso, errantes dentro de nuestro interior y a cualquier cosa nos aferramos, todo es mejor que la nada, cualquier referencia es mejor antes que llegar a la locura de quedarte sin preguntas, ya no importa donde, sino porque y también eso desaparece cuando te das cuenta de que no es solución saber la respuesta, jugar a los imposibles es peor que perder el tiempo …
Bendita perdida cuando dejas de evaluarla, era lo único que aquí te ataba como un ancla, el tiempo de sentir como vas, llegando paso a paso al no ser, solo ceniza y ni tan siquiera casi es eso, cuando sopla el viento y la difumina disgregándola en aquella promesa cumplida. No entiendo nada… o sí, pero la compresión del ridículo no es mejor que la ignorancia del mismo.