El poder del inconsciente planteado por la teoría freudiana está compuesto por elementos racionales y emocionales concretos que permanecen reprimidos por tener un significado problemático para la mente consciente.
Es decir, no se mantienen ocultos por su complejidad o su poca relevancia en el día a día de la persona.
Más bien al contrario, estos elementos reprimidos a los que se refieren algunos psicoanalistas acostumbran a ser ideas relativamente simples que pueden ser «traducidas» a la consciencia mediante operaciones simbólicas y cuya presencia en el inconsciente, a pesar de pasar inadvertida, conforma una especie de «gafas» para leer la realidad mediante pensamientos que, en cierto sentido, son recurrentes.
Contenidos del inconsciente
La teoría freudiana sostiene que los contenidos del inconsciente han de ser lo suficientemente simples en sí mismos como para poder ser interpelados por multitud de estímulos propios del día a día, aunque la manera en la que la consciencia bloquea estos pensamientos sí es compleja, ya que se sirve de combinaciones originales entre símbolos para dar expresión a lo reprimido.
Los sueños, por ejemplo, son para Freud un vehículo de expresión de pensamientos reprimidos vehiculados mediante simbolismos.
Todos contamos con una mente inconsciente, capaz de hacer cosas inimaginables para nosotros mismos.
Es durante nuestro crecimiento cuando nuestra mente es programada; en nuestra infancia, somos bombardeados por mensajes negativos; Todo esto deviene en un hermoso bufete de comportamientos en la vida adulta, los cuales dejan a la gente viviendo en la mediocridad.
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